Cuando un terrón es importante

Mi región destaca por sus excelentes arcillas. En una de las barriadas más viejas de mi ciudad, El Saladillo, solían construir las casas con cañas y una mezcla de barro y arena locales. Pero la arcilla era tan buena, y tenía tanta adherencia cuando se usaba para construir las casas, en esta y otras barriadas, que muchas veces apenas remojaban los terrones, y los incorporaban con un poco de mortero a la estructura de la pared.

A finales del pasado siglo, y bajo la consigna del progreso y la modernidad, el antiguo barrio corazón de mi ciudad, fue demolido, siendo el punto de partida de incontables lamentos, protestas y nostalgias recurrentes de la ciudadanía de mi Maracaibo, hasta el día de hoy.

Hace pocos días, haciendo un recorrido por antiguos sectores, que representan exiguos restos de ese barrio, me encontré con una casa derruída, cuyos escombros habían apilado en la via para desecharlos.

Con curiosidad y respeto revisé aquellos viejos y fracturados mampuestos, que ya estaban siendo molidos por el tráfico, y logré rescatar algunos terrones de una arcilla muy pura, que formaron parte del muro de una vieja casa del Saladillo. Para mí son un tesoro. Y con ellos podré hacer las piezas que mejor me parezcan. Pero no puedo recalcar cuán especial es este material de trabajo para mí, sabiendo que es una buena arcilla local, y que formó parte durante muchos años, de un muro de nuestro añorado barrio del Saladillo, donde incluso llegué a vivir a una muy tierna edad. Espero en algún momento mostrar en esta misma bitácora, las fotos de la pieza o las piezas que vaya a realizar con este material.